Todos los seres nacen dotados de empatía, la misma que genera conexión
“La empatía no es un lujo para los seres humanos, es una necesidad. Sobrevivimos no porque tenemos garras y no porque tenemos grandes presas. Sobrevivimos porque conseguimos comunicar y colaborar.”
Daniel Siegel
Lo que este increíble profesor e investigador de Psicología, nos dice, ya demostrado por la neurociencia, es que todos los seres humanos nacen, biológicamente, programados para la empatía, para conectarnos con el otro. Por otra parte, sin empatía, que, a su vez, genera solidaridad, el ser humano no habría sobrevivido en grupo, hasta nuestros días.
La neurociencia y la empatía
La empatía está situada en el sistema límbico del cerebro. Lo mismo que controla las emociones, el instinto y la memoria. Es la casa de las neuronas-espejo y de la ínsula.
¿Cómo se desarrolla la empatía?
La empatía se desarrolla en nuestra infancia, a través de la relación con una figura de afecto, de referencia. Puede ser la madre, el padre, u otro cuidador.
En una primera fase, en general, el niño aprende a conectarse con las emociones de la madre, ya partir de ahí, con terceros. Y aquí, la comunicación no verbal tiene un papel de peso. Todo lo que la madre siente, el niño se refleja. La comunicación visual – expresiones faciales, hasta las micro – y la tonalidad, son reinas. Es a través de esta relación de confianza y afecto que todo comienza.
La propuesta de la PNL y Parentalidad & Generativa para hacer germinar la empatía
Uno de los valores base de la PNL y Parentalidad Generativa es la responsabilidad y es a ella que puedes recurrir. ¿Cómo? Siendo tú, adulto y responsable, ejemplo de empatía. Al practicar, tu hijo, inconscientemente – a través de las neuronas-espejo – va a modelarte. Los padres que nutren con empatía, su relación con los hijos, crean una profunda conexión, una simpatía al más alto nivel. La base de una familia feliz, en armonía.
Explorar las emociones reflejadas por terceros, también. Cuando, por ejemplo, en el parque infantil un niño llora. Puedes aprovechar para conversar con tu hijo, haciéndole notar que hay un niño que está llorando y preguntándole, con curiosidad, siempre sin juicio, lo que puede haber causado el llanto. Abre espacio para el diálogo, reconociendo que hay otro ser humano que está expresando una emoción, cuál puede ser la causa y la solución. Utilizando siempre un lenguaje empático. Por ejemplo, cuando hablas de alguien que conocen, o cuentas una historia, poner el foco en la capacidad que tenemos en calzar los zapatos del otro, de comprender que escondida en un comportamiento, puede estar una (o más) necesidad por llenar. Y, a la luz de la Programación Neurolinguística (PNL), sabemos que no somos nuestro comportamiento, que éste es transformable y que es siempre lo mejor que hemos conseguido en cada momento.
El poder de la empatía en las relaciones
También se ha estudiado que los líderes empáticos son más exitosos. Actúan en inteligencia colectiva, en comunidad. La empatía permite así que la calidad de las relaciones sea elevadísima. Y en lo que respecta al bullying, cae a pique, cuando existe empatía en el campo. Nutrir la empatía, nos permite crear un mundo con menos juicio, tolerante, inclusivo, donde la vulnerabilidad es bienvenida, donde emerge la compasión, el amor y donde la autenticidad es una condición. Definitivamente, un mundo mejor.
Ahora, de 0 a 10, ¿cómo esta tu auto-empatía?